jueves, 29 de septiembre de 2011

Desayuné una taza de alegrías, mojando un buen recuerdo y con dos tostadas de los mejores días vividos. 
Estrené el vestido de mujer fatal y re-encontré los zapatitos de princesa.
Pedí que la carroza aparcada en segunda fila me llevara, lo más rápido posible, al lugar de nuestro encuentro. 

Y allí estabas tú, de azul desteñido, sonriendo.

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